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Methol ferre

Y LA GEOPOLITICA DE LA PATRIA GRANDE

Entrevista a Miguel Angel Barrios

METHOL FERRÉ – GEOPOLÍTICA LATINOAMERICANA Y CATOLICISMO POPULAR

Desde el Polo Formativo del Fin del Mundo continuamos promoviendo diálogos con compañeros y compañeras de Argentina y América Latina para recorrer el pensamiento y la obra de aquellos referentes donde se encuentran algunas de las fuentes de inspiración pastoral, intelectual, de compresión de la historia y de apuestas para la transformación del Papa Francisco.   

Desde esa perspectiva dialogamos con el profesor e investigador Miguel Barrios, para abordar el pensamiento de Alberto Methol Ferré. En este momento, tan marcado por las tensiones vinculadas a la geopolítica, vale la pena acercarse, recordar, comprender y retomar algunos elementos presentes en los planteos del Papa que provienen del intelectual y político uruguayo, vinculados con esa temática.

En esa línea, el investigador y autor de “Por qué Patria Grande. Teoría y praxis de una política latinoamericana en tiempos de pandemia” le pone palabras y construye pensamiento, con rigurosidad y constancia, en torno no solo a la figura de Francisco, sino respecto a la unidad de Latinoamérica y puntualmente la cuestión geopolítica de Argentina en el mundo y de la región litoral de nuestro país. 

Polo Formativo del Fin del Mundo (PFFM): Alberto “Tucho” Methol Ferré es un pensador sudamericano que ha hecho una síntesis potente entre la emancipación latinoamericana y la matriz católico- popular. Francisco lo ha señalado como un referente para pensar la geopolítica y los procesos históricos en América Latina y, sin embargo, es una figura poco conocida. ¿Quién es Methol Ferré?

Miguel Barrios (MB): se trata de una figura importante y a la vez algo olvidada en la actualidad o que no tiene protagonismo en las lecturas cotidianas de los expertos. Además, es alguien que ha marcado mucho los debates al interior de la Iglesia latinoamericana en torno a la cuestión geopolítica.

Francisco es el primer Papa latinoamericano qué, además, en sus viajes a la región ha hablado de la Patria Grande, un concepto geopolítico que se conecta con la existencia del pueblo latinoamericano, más allá de los Estados. En ese sentido, las influencias del Sumo Pontífice en relación a esa mirada son múltiples, pero con seguridad la de Methol Ferré es central. 

Yo soy profesor de Historia, estudié en Misiones. Luego hice un doctorado en Educación y Ciencia Política, donde Methol Ferré fue mi director. Mi tesis fue sobre Manuel Ugarte, un socialista católico desconocido en Argentina por su enfrentamiento a la cúpula europeizante del Partido Socialista de Juan B. Justo en lo que respecta a la neutralidad argentina en la Primera Guerra Mundial. El creó el concepto de Patria Grande, el cual es retomado por primera vez en el documento de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Puebla. 

Creo que la originalidad de Alberto Methol Ferré, para no analizar a los personajes en forma individual, sino como producto de un proceso de maduración del pensamiento geopolítico y teológico latinoamericano, es que logra unir dos coordenadas dentro de lo que se llama la teología del pueblo y de la liberación. Vale señalar que no son dos teologías, como generalmente se las quiere presentar: la teología del pueblo, de la historia, de la cultura, forman parte de una de las ramas de la teología de la liberación y la otra rama era la teología de la liberación ya más propiamente dicha, con debates, diálogos y discusiones permanentes entre el Padre Gutiérrez, Methol, Lucio Gera, Monseñor Farrell, Rafael Tello, entre otros. Estos debates se pueden ver muy bien en la revista católica Vísperas. 

PFFM: Es interesante pensar a Methol Ferré conjugando sus planteos geopolíticos con los debates teológicos. ¿Podrías profundizar en eso?

MB: Podríamos decir que hubo cuatro momentos teológicos sobre América Latina: dos fueron externos y dos con una impronta propia. 

El primero se da en el mutuo encuentro entre América y lo ibérico, portugueses y españoles, cuando se produce el gran debate por el derecho de gente, donde Fray de Montesinos plantea ese famoso sermón en Santo Domingo, donde dice “Ellos son humanos”, refiriéndose a los indígenas. Yo pienso que aquí nace el derecho internacional y los Derechos Humanos y no como se presenta muchas veces tomando a la Revolución Francesa como punto de partida. “El debate de los justos títulos” es el primer gran debate teológico americano.

El segundo gran debate es el que se produce entre el positivismo, el liberalismo y el racionalismo, que es el que termina por dividir a América Latina luego del exilio de San Martín y, principalmente, la muerte de Simón Bolívar. El proceso de “balcanización” tiene como trasfondo un debate muy profundo entre las fuerza de la “civilización” racional y occidental que concibe que todo lo original y autóctono de América es bárbaro -Jauretche llamó a eso “la primera zoncera”- y el mundo católico latinoamericano que se refugia en el federalismo y en el bajo clero. Fíjense que los principios de discernimiento de Francisco “la realidad es más importante que la idea, la unidad prevalece sobre el conflicto, el todo es superior a las partes” fueron extraídos de la carta de la Hacienda de Figueroa que Rosas le escribe a Facundo Quiroga en 1834.  Eso lo explica en su último libro Juan Carlos Scanonne.

El tercer momento histórico no viene de afuera sino que es interno. Es el debate entre un catolicismo social emergente en el siglo XX denominado Humanismo integral –de gran influencia en Perón- y un catolicismo conservador, elitista, con aspectos teológicos importantes, pero divorciado con el pueblo, representado en la figura del gran sacerdote Julio Meinvielle. Todo ese fermento de gran pensamiento terminó en un amesetamiento por esa estructura rígida a la cual hoy Francisco llama clericalismo.

El cuarto momento histórico es el propiamente latinoamericano. Para ubicarnos históricamente podríamos poner dos fechas: la de 1949, cuando aparece la revista católica “Latinoamérica”, qué se editaba en México y La Habana simultáneamente y que rescata el término “latinoamericano”. Vale señalar que fue durante el papado de León XIII, con los colegio “Pío” latinoamericanos y el primer Concilio latinoamericano de 1899, que se empieza a instalar el concepto. Esto es muy importante. Y luego en 1955 -en el medio de la caída de los movimientos nacional populares- cuando se crea el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), a partir de la conferencia episcopal de Río de Janeiro presidida por Helder Cámara y con un gran protagonismo del cardenal Samoré. Fue por una perspectiva geopolítica de atender al conjunto de las conferencias episcopales que el Consejo asista a todas, establecer la sede en Bogotá. 

Este movimiento es un cuarto momento específico porque de ahí a los documentos de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, estamos a un paso. En Medellín viene por primera vez un Papa a América Latina, que es Pablo VI. Esto es un poco para ubicarnos en la constelación de pensamiento de la cual es hijo y fecundador Methol Ferré. 

PFFM: ¿Cuáles son los puntos fuertes del pensamiento de Methol Ferré y cuáles sus resonancias en la actualidad?

MB: Él fue quizás el último enciclopedista latinoamericano. Solía decir: “soy un tomista silvestre, sin academia ni seminario”. Las cuatro o cinco ideas fuerza que introdujo al debate latinoamericano son: 

Primero, que no existe la fe sino es en los pueblos históricos, concretamente en la historia. Se encarna la fe en los pueblos y los pueblos están en la historia. Por lo tanto, la fe es un hecho histórico y es un hecho geográfico.  

Segundo, entendiendo al pueblo como sujeto cultural, comunitario, de las periferias al centro –que es lo que hoy dice y plantea Francisco- solamente se puede llegar a Dios y a Jesús a través de la mediación, de la religiosidad popular, la identidad cultural y la autoconciencia histórica. Porque no hay misión sin tener en claro la imagen del adversario. Y el adversario es el diablo, entendido en el origen etimológico de la palabra hebrea, que significa “no diálogo”. Diablo viene de diábolo. 

En esto es muy parecido a la tercera idea fuerza, que es la categoría de amistad social y la misión con alegría. Y la misión con alegría se trata de transmitir cotidianamente a través del ejemplo y del testimonio en Cristo, la liberación y la redención nacional y social de los pueblos. No existe una liberación social divorciada de lo nacional. Por eso Methol Ferré plantea que los portadores de esa liberación son los movimientos nacionales populares, para los cuales hoy Francisco crea la categoría de “popularismos”. Porque los populismos son fenómenos antisistema, totalitarios, de los Estados Unidos, Europa y de Rusia. En este aspecto, Methol ve en el peronismo un eje / canal de fecundidad de la identidad cristiana.

En cuarto lugar, planteó que solamente la unidad cultural de América Latina podía fecundar en un Estado continental. En ese sentido, une la geopolítica con la teología, al sostener que la unidad cultural tiene una dimensión más profunda: la fe. Es decir, estamos hablando que para Methol el fundamento de la soberanía latinoamericana está la religiosidad. En mi opinión, tanto para él cómo para Francisco, la encíclica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI es determinante. Es en ese texto en el que específicamente plantea la evangelización de la cultura por la opción preferencial por los pobres. Entonces, en realidad, la dicotomía que había con Gutiérrez, de la teología de la liberación, radicaba en que el teólogo peruano planteaba exclusivamente la opción por los pobres desde lo social. Methol no negaba la dimensión social en el debate pero agregaba la dimensión existencial, identificándola desde diferentes particularidades históricas. A su entender, de no ser así se caía en una dependencia de la sociología funcionalista norteamericana de Gino Germani.

También ponderaba todo lo que tiene que ver con la fuerza de la religiosidad popular, las fiestas patronales y en particular las devociones marianas. Vale señalar que la Conferencia Episcopal de Aparecida sesionó en un templo mariano muy importante.  

Finalmente, Methol planteaba que iba a haber un proceso histórico de transición de la Iglesia-reflejo a la de Iglesia-fuente. América Latina había recibido siempre el cuerpo o nodo conceptual de la teología de los centros, en este caso, Europa, pero que iba a dar lugar a un desarrollo teológico propio. 

Es curioso señalar también que Francisco recordó que Methol dijo en un reportaje, quince o veinte días antes del Cónclave en el que fue electo Benedicto XVI, en el cual planteó: “Es fundamental que sea Ratzinger, porque no es hora de un Papa latinoamericano”. ¿Por qué? Methol planteaba que la figura de Ratzinger saldaba y cicatrizaba el problema teológico de ese momento, de diálogo ecuménico entre el luteranismo y el catolicismo, al ser Ratzinger un padre de una dimensión teológica –de la patrística- y ser alemán. O sea, creaba las condiciones necesarias de una unidad, siempre en función de un diálogo ecuménico entre el luteranismo y el catolicismo.  Benedicto era un hombre de autoridad.

Pasado eso, llegaba la hora de que la Iglesia latinoamericana y esta teología de la liberación, se trasforme en fuente. Porque había una diferencia con las demás teologías: estaban cayendo en el clericalismo, mientras la teología de la liberación le daba y le enfrenta a la globalización de la indiferencia la globalización de la solidaridad, al desplegar un humanismo que está en sus propios orígenes. Por eso Francisco es el hombre que, cuando alguien de la estatura de Ratzinger dice “no tengo más fuerza física ni espiritual para conducir a la Iglesia”, es quien se pone al frente, producto de esta larga historia, que a veces no se conoce. 

PFFM: Es interesante llegar a este punto, tras haber desplegado algunos ejes del pensamiento de Methol, y retomar su planteo de la necesidad de la unidad latinoamericana y de la integración regional para generar una unidad política, económica y cultural capaz de incidir en los debates globales del siglo XXI. Pensando también en el contexto actual: crisis del neoliberalismo prolongado, pandemia y guerra mundial en cuotas. ¿Qué es lo que puede aportar nuestra región y qué es lo que viene a representar Francisco en este contexto global?

MB: No hay una unidad latinoamericana sin el fortalecimiento del catolicismo. Esto es lo que pensaba Methol y lo que piensa Francisco. Hay elementos alentadores: la autoridad moral y política mundial (en sentido amplio, no estoy hablando de la política partidaria) más importante se llama Francisco. En ese sentido, su voz es una referencia potente de paz en el mundo. Francisco habla siempre como latinoamericano, el idioma que usa todos los días es el castellano y eso es muy importante porque un idioma no es una sintaxis sino una expresión cultural.

Por el otro lado, Estados Unidos (y no me refiero a un gobierno sino a un sistema de poder) ataca o penetra, como en su momento lo hizo con las sectas. Hoy hay iglesias y también una sociedad basada en las redes sociales, en el continente virtual y también en una cooptación del sistema político a través del narcotráfico. Francisco denuncia eso, denuncia a las mafias. Creo que un tema a estudiar es el pensamiento de Francisco en la pastoral de la seguridad y en la pastoral carcelaria. Es un tema muy importante y él es el que más atacó al crimen organizado, que es funcional a los sistemas de poder. Porque no hay crimen organizado sin blanqueamiento de activos. 

En ese sentido, el crimen organizado, más las sectas, más las redes sociales organizaron golpes de Estado en Brasil, en Bolivia, anteriormente en Paraguay. En Brasil están ascendiendo los fieles de las sectas y disminuyendo los católicos. Gran parte de la base social de Bolsonaro son las iglesias evangélicas. Este es un viejo proyecto, de desunir políticamente a América latina a través del ataque a la fe. Lo planteó Rockefeller en su momento. Methol se sentía angustiado porque veía que el catolicismo no tenía en claro la imagen del adversario. Y todavía hasta el día de hoy no lo tenemos claro, porque es un adversario que por primera vez no es un Estado. No tiene límites. Es algo difuso e intangible el mundo de la virtualidad al cual Methol llamó “del ateísmo libertino”. Éste penetra a través de la sociedad de consumo, de la pornografía –tema que Francisco ataca-, de una sociedad donde el tener está por encima del ser y las cosas por sobre las personas. 

Es muy difícil determinar este enemigo que penetra en todas las instituciones, inclusive en las del Estado. Si no planteamos el tema del continentalismo basado en la cultura de la unidad católica (en un sentido amplio, no totalizante sino de unidad en la diversidad, que es el poliedro) corremos el riesgo de transformarnos en Estados narcodemocráticos. Para eso necesitamos un mundo en equilibrio de poderes, no un mundo unipolar. Eso también es el poliedro. Creo que Francisco, con esa habilidad de líder religioso y político, está entablando por primera vez un diálogo ecuménico e interreligioso en serio. Por ejemplo, lo vio al patriarca ortodoxo ruso Kirill en La Habana, primer encuentro de desde el cisma del año 1054. Tiempo después, con una autoridad moral que solamente él puede tener, le dijo que él no puede ser un clérigo de estado. Estamos hablando del hombre del cual, todos los fines de semana, Vladímir Putin, que es un gran cristiano ortodoxo, recibe la hostia. Además, tiene muy buen diálogo con el luteranismo.

Por el otro lado, Francisco mantiene una relación con las religiones abrahámicas: diálogo persistente con el judaísmo y con el Islam hizo una verdadera revolución. Porque los papas siempre habían ido hasta Egipto, o sea, hasta el Islam sunita. Pero él va a Irak, a la cuna de la revolución religiosa contemporánea más importante. Los mártires más importantes del chiismo no están en Irán sino en Irak. Y él viaja allá y se abraza con el gran ayatollah Ali al-Sistani.  

Entonces, en el marco de esta crisis de la civilización, Francisco se ha transformado a través de su autoridad moral en el gran fortalecedor y abanderado de la unidad religiosa del ecumenismo y el mundo abrahámico. Eso solamente puede ser entendido desde la teología del pueblo. 

Para que el mundo sea pacifico debe combatir al imperialismo internacional del dinero. Es lo que planteaba Pío XI en la Quadragesimo ano y luego Pablo VI en la Populorum progressio. Esto políticamente lo encarnaron los movimientos nacional populares (popularismos los llama Francisco), que son procesos en los cuales el destino universal de los bienes y la dignidad de la persona están en el núcleo. 

Lamentablemente, mientras estamos en el apogeo del pensamiento de Francisco y de la teología latinoamericana como fuente -no como reflejo-, en Argentina hay una absoluta falta de amistad social, lo cual hace imposible construir la comunidad política que plantea Francisco en Fratelli Tutti.

No hay una unidad latinoamericana sin el fortalecimiento del catolicismo. Esto es lo que pensaba Methol y lo que piensa Francisco.

PFFM: Para ver la aplicación de estas cuestiones de pensamiento y evaluar qué futuro pueden tener en un momento histórico como el actual, ¿Cuáles son los límites de esto en un mundo, en una opinión pública, en un campo intelectual, en un conjunto de actores que no necesariamente -y no sin razones- consideran que la fuente cristiana, la misión católica o la institución eclesial, sean factores muy importantes? Quizás hay algo que está en su apogeo y también hay algo que parece encontrar límites importantes de reconocimiento social. No parece ser un momento de florecimiento. Nosotros incluso somos una excepción que reconoce la fuerza de eso. ¿Tenemos el desafío de poder traducirlo un poco más? ¿No hay un riesgo de mitificar un pasado, una fuente, una figura y que algo de esa fuerza se pierda? ¿Cómo se hace para que sea de otra manera?

MB: Yo pienso que es un momento de apogeo, pero que conlleva amenazas. La globalización de la indiferencia tiene una ideología, que es el neoliberalismo. Y su principal enemigo se llama Francisco. Por eso lo atacan.

Ahora bien, pienso qué, para distinguir el adversario, al que todavía no lo definimos bien, tenemos que fortalecernos nosotros, para lo cual debemos atender ciertas falencias. En primer lugar, hay un déficit absoluto de Pastoral de la Educación. No hay Pastoral educativa. Estoy hablando de los niveles primario, secundario y universitario, que es fuertísimo en América Latina, un instrumento muy poderoso para la catequesis cotidiana como para fortalecernos espiritualmente y salir a la misión con alegría, que es lo que plantea Francisco en su programa Evangelii Gaudium. Está lleno de ritualismo porque muchos trepadores y arribistas son los que dirigen esas instituciones. Francisco no tiene tiempo, él está ocupado. Entonces no han internalizado, no somos pastores de ovejas. Incluso, esos trepadores y arribistas que vienen de hace mucho tiempo pregonan la ideología neoliberal. El neoliberalismo reina en las instituciones educativas de la Iglesia Católica, en el momento en que Francisco está planteando lo contrario. Entonces nadie lee las encíclicas. Me impresiona en los seminarios a los que me invitan, no sé hasta qué punto estudian o todo queda en una eclesiología abstracta. 

Francisco lo que está planteando es un catolicismo concreto, la ciudad de Dios agustiniana, el testimonio en la Tierra. “Seamos santos de la puerta de al lado”. Ese es un concepto teológico nuevo de nuestro Papa. Demos testimonio, a partir del ejemplo cotidiano y concreto.

Me parece que necesitamos promover una catequesis popular (no estoy hablando de una teología, que seamos Benedicto XVI), sino planteando una teología simple y una pedagogía artesanal. O sea, hay que volver a la pedagogía artesanal, simple, que es lo que hace Francisco: todos los días el video de sus misas se puede aprovechar como instrumento, pero en forma simple, no teocráticamente. 

Los CEO llegan a una pequeña porción, acá estamos hablando de la escuela en un sentido amplio, no de la élite de la UCA. Sin diferenciación de nada, irnos de la periferia al centro. En ese sentido, los que creemos y tenemos fe en esta teología y en Francisco como hijo e innovador de la teología de la cultura, no tengamos miedo a seguir avanzando y no estar pendientes de si un sacerdote u obispo nos dice lo contrario a lo que tenemos que hacer. Nosotros tenemos que manejarnos con autonomía y enriquecer desde el laicado al pueblo. Porque el pueblo está esperando. Multipliquémonos. Por eso me preocupa el tema de la Pastoral Educativa, porque si no lo hacemos ya, estamos perdidos.

Hagamos una investigación de qué se enseña en la teología de las universidades católicas. La principal bibliografía es el libro de catequesis para niños Mensaje Cristiano, de Héctor Valla. Tiene más de cuarenta años. Si uno pregunta qué es la Laudato Sii u otras cuestiones mínimas de Francisco, directamente las desconocen.

Por eso es muy importante lo que ustedes están haciendo. Hay que hacerlo también desde los ámbitos académicos, desde los ámbitos de los CEOs vinculados al Vaticano. Eso solamente va a venir desde el Pueblo, desde la periferia y con olor a oveja. Si no, perderemos la batalla y Francisco quedará como un líder carismático de un momento fugaz, no de un momento condensado de la historia. 

Francisco lo que está planteando es un catolicismo concreto, la ciudad de Dios agustiniana, el testimonio en la Tierra. “Seamos santos de la puerta de al lado”.

PFFM: Con seguridad hay una continuidad en esto que mencionabas de Methol, de esa rara avis del pensamiento latinoamericano, y la dificultad que hay para catalogar los planteos de Francisco, ya sea al interior de la Iglesia, los mundos de la política partidaria, la academia y el mundo.

También y aunque no profundizamos mucho en eso, Methol fue una persona de cátedra y al mismo tiempo un militante de ir a dar los debates e intervenir desde los lugares más pequeños e inmediatos, como las bibliotecas populares, hasta los grandes recintos de América Latina.

Eso es parte también de la etapa, de lo que propone Francisco y de lo que estás planteando pedagógicamente. Necesitamos ser innovadores, eclécticos, en el mejor sentido de la palabra, y al mismo tiempo no dejarnos obnubilar con las grandes plataformas, con las aulas magnas, creyendo que ahí se está jugando el destino de la región y de los pueblos. Hay que hacer un trabajo de ir sembrando en muchos lugares. Methol Ferré hizo eso, como muchos otros compañeros y compañeras a lo largo de la historia de la iglesia, como las comunidades de base brasileras, que son una demostración de cómo se construye un proceso político que lleva a poner un presidente obrero en la principal potencia de Sudamérica y que llegó a ser la quinta economía del mundo. 

Quizás el momento de florecimiento, del pensamiento, la lucidez y la figura de Francisco probablemente tenga que encontrar sus sembradores y sus replicadores en diferentes lugares. En ese sentido, el Polo Formativo del Fin del Mundo está pensado para poder sacar lo más dinámico, lo más poderoso de este personaje al que conocemos bien y en el que nos reconocemos en muchas cosas como argentinos, pero sobre todo porque creemos que ahí hay algunas coordenadas para poder aportar a los procesos populares de nuestro país, de nuestra región y de todo el mundo, si podemos hacer correctamente una operación de lectura y aprendizaje de lo que está proponiendo Francisco. Dicho todo esto, te pedimos que nos recomiendes una obra de Methol Ferré para cerrar el diálogo.

MB: Aconsejo que lean “La iglesia en la historia Latinoamericana”. Ahí está todo. Methol no hablaba de renacimiento, porque era una palabra europea, sino de resurgimiento católico. Era tan directo que decía: “Soy hijo de Perón y de la Santa Madre Iglesia Católica”. Y eso lo hacía un polemista de primer nivel, sin tapujos. 

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