Ir al contenido

#HOGARESDECRISTO

“La vida como viene”

Los Hogares de Cristo nacen de una respuesta local y situada a una problemática de los barrios populares de todo el país: el consumo de pasta base. A partir de un trabajo “cuerpo a cuerpo” en las villas de la Ciudad de Buenos Aires, se construyó una metodología propia, buscando romper la lógica de la fragmentación para pensar una respuesta que abrace la vida de los pibes y pibas descartados. Esta forma de “familia grande” desafió y transformó los esquemas de las políticas públicas y los dispositivos tradicionales de las iglesias. Con un núcleo conceptual claro, sólido y cohesionado y una mirada amplia para adaptarse a las distintas realidades, esta experiencia es hoy una referencia fundamental del equipo de sacerdotes para las villas y de la pastoral de adicciones de la Iglesia Católica en Argentina.

DIMENSIONES

Los cuatro ejes que conforman la matriz de análisis del PFFM buscan ser un conjunto de nuevas coordenadas para abordar, analizar y comprender experiencias concretas. A continuación, ponemos en diálogo esos conceptos con las diferentes dimensiones de las experiencias relevadas.

PAPA DEL FIN DEL MUNDO

“La vida como viene” o “cuerpo a cuerpo”, son dos frases emblemáticas de los Hogares de Cristo que tienen sus orígenes en homilías del propio Jorge Mario Bergoglio. Hay una filiación fundante entre los planteos de Francisco que se refleja en una lógica que rebalsa las categorías de lo meramente terapéutico o espiritual. Poniendo en el centro la dimensión humana y los tiempos de la vida real, se buscan respuestas integrales que no caigan en la tentación de la fragmentación y fuercen los moldes burocráticos. La exortación permanente de Francisco a la cercanía, a los gestos concretos, al uno a uno, a la misericordia como estrategia de construcción de pueblo, se aplica con sistematicidad y carnadura.  

(…)

 “No se trata sencillamente de contener y auxiliar lo que queda afuera como consecuencia de la cultura del descarte, sino que hay que comprender que en el mundo se está librando una disputa por el alma de los pueblos y en esa batalla se juega el futuro de todos y todas.”

“En un mundo clausurado por los dispositivos y las burocracias, es el momento de la contingencia en el cual puede aparecer lo novedoso, ya que es justamente esa la dimensión de la transformación. Usando una metáfora futbolística se necesita alguien que pueda romper las líneas.”

DE LOS PAISES EMERGENTES A LAS PERIFERIAS ANOMALAS

El consumo de pasta base es un síntoma de la expansión del narcotráfico y la sedimentación de la pobreza estructural en América Latina. El paco –nombre con el que se lo conoce en Argentina- es el sobrante del narcótico que se consume en el centro global, regional y nacional. Como en el resto del continente, la lógica de centro y periferia se replica en Argentina, siendo los conurbanos de las grandes ciudades el lugar donde está lo que el Papa continuamente al centro de la discusión: los descartados. Los “fisuras” son la encarnación más concreta de lo que Francisco llama la periferia existencial. Son vidas arrojadas al mundo sin más horizonte ni sentido que la supervivencia. Los Hogares de Cristo son la experiencia concreta que la periferia comienza donde la vida parece que no vale nada. Es justamente hasta allí donde debe llegar nuestra respuesta.   

 (…)

“La parábola del buen samaritano puede ser, nuevamente, una clave para pensar esta dinámica que planteamos. El paradigma del fariseo es lo que le impide advertir al sujeto concreto que demanda ser asistido en el cariño, mientras la interrupción o desconocimiento de ese sistema de leyes y conceptos por parte del samaritano es lo que lo conecta con el caso concreto.  Hay que detenerse y saber desviarse en el camino. Es preciso moverse para salirse del flujo inercial de la perspectiva hegemónica.”

“En la periferia, el capital y su lógica de mercado conciben su funcionamiento y reproducción con un 20% de la población por fuera de los bienes y servicios que ofrece para la redención. En ese segmento, la vida encuentra un curso dándose una lógica de movimiento que se pone en marcha.”

TRANSFORMACION SOCIAL

La transformación que importa no es aquella que se mide en un tiempo de intervención sino en una trayectoria vital. Aislar una vida, someterla a un abordaje intensivo y plantear una ruptura futura de los lazos con la realidad, no es una respuesta sustentable. La apuesta es por transformar los lazos que unen a la persona con sus vínculos cotidianos, reconociendo la caída, lo imperfecto y el error como una realidad desde donde construir. Por eso se rebalsa la lógica de las respuestas asépticas, conductistas o de alta presión espiritual, para apostar a la construcción de comunidad como verdadera respuesta a las adicciones de la marginalidad. Desde esta confianza en el método se apunta también a transformar los abordajes de las políticas públicas. No se trata de adaptar la realidad a los formularios sino plantear respuestas que abracen la complejidad de lo real.    

(…)

“Hay algo que siempre se le escapa a la política y a los intentos de pensar y hacer: la vida cotidiana, las biografías, lo crudo de lo real, el drama de lo personal -individual y colectivo.”

“En un punto, lo que Francisco plantea es que la tarea no es tanto impulsar proyectos, ni siquiera los de alto impacto, sino que hay que hacer milagros. Se trata de una apuesta, de un gesto de libertad, una toma de riesgo y hasta de una especie de “abandono”. El desafío de romper con la estructura, con la armadura existente que tenemos para actuar y así, a pecho descubierto, salir al sol y al encuentro del pueblo.”

COOPERACION INTERNACIONAL

La apuesta inicial de una experiencia de cooperación internacional está en el origen del proyecto. La originalidad de la experiencia no encontró un límite en la rigurosidad burocrática que hubiese hecho imposible la viabilidad del proyecto. Ese apoyo fue estratégico para la consolidación institucional y la demostración efectiva de la potencia del método de la “Familia grande”. Esa referencia concreta sirvió de respaldo para incidir en las políticas públicas, discutir su formato y ejecutar nuevos programas que permitieron potenciar y amplificar el trabajo de la institución. Hoy, los Hogares de Cristo se consolidan como una respuesta concreta, sistémica y exitosa a una problemática global.  

 (…)

“¿Qué significa la cooperación internacional desde una perspectiva cristiana? Pero, sobre todo, ¿qué implica? ¿Cómo ubicar los desafíos precisos y las controversias fecundas, los malestares, los límites y los desafíos de la cooperación internacional, al interior de nuestras instituciones?”

“Implica también ir hacia zonas y “compañías peligrosas” para nosotros, incluso aquellas que hemos descalificado en su momento. Debemos volver a preguntarnos ¿Cómo acercarnos a las dimensiones reales del poder y cómo operar allí?”

IMAGEN / CONCEPTO / HISTORIAS

Transmitir la potencia de una experiencia demanda más que datos, tablas o textos. Necesitamos imágenes, colores, conceptos e ideas para contar historias que valen la pena.

CONTEXTO

PERIFERIAS

IMPRONTA ORGANIZACIONAL / INSTITUCIONAL

DESTINATARIOS / SUJETOS / ACTORES

OPCIONES DE INTERVENCIÓN

MÉTODO / MODO DE HACER

MOTIVACIÓN / SUBJETIVIDAD / ESPIRITUALIDAD

CONCEPTO POLÍTICO

HIPÓTESIS DE TRANSFORMACIÓN

SOSTENIBILIDAD / PROYECCIÓN / COOPERACIÓN

ENTREVISTA AL PADRE “CHARLY” OLIVERO

“NO SOMOS NI ESTATISTAS NI AUTONOMISTAS. EL MODELO, ESTADO PRESENTE Y COMUNIDAD ORGANIZADA, ES BIEN ARGENTINO Y LO VAMOS A EXPORTAR A TODO EL MUNDO”

PFFM – Los consumos problemáticos y su impacto en los barrios populares son una problemática de Argentina y toda la región. Esto convirtió al tema de las adicciones como un eje clave de la pastoral villera. ¿Cómo fue ese proceso de construir un abordaje propio desde la Iglesia y desde las villas?

CHARLY OLIVERO – Nosotros empezamos acá en la Villa 21 cuando explotó el paco. Estuvimos dos años trabajando solos, y encontrando cosas que no eran. Nos salimos de los sistemas terapéuticos tradicionales porque los veíamos insuficientes. Circunscribirse a lo estrictamente terapéutico no estaba dando respuesta. Veíamos que ese abordaje no abrazaba la realidad de las personas que acompañábamos, porque su situación era siempre más complejas. Me acuerdo que en ese momento encontramos una chica que estaba embarazada y en situación de calle. Por las noches andaba subiendo a los camiones para juntar plata y consumir. Evidentemente no era solo un tratamiento lo que necesitaba sino que hacía falta mucho más. Estaba sola, había roto vínculos con su familia, necesitaba algo más general. Entonces, el punto de partida fue el reconocimiento de que las respuestas de la fragmentación no son respuestas, que teníamos que abrirnos a una visión integral de todos los temas. Si esa persona estaba en situación de calle teníamos que entrar a ver como resolvíamos la cuestión de la vivienda. Si esa persona se subía a los camiones porque no tenía para comer y era explotada sexualmente  por unas moneditas, teníamos que resolver la situación de los ingresos económicos. Y eso nos mete en la cuestión de la identidad legal, los documentos, los trámites legales, y si una persona tenía una causa legal no podía ir a sacar el documento. Entonces eso nos mete también en los problemas penales. Y si esa persona no podía sanar algunos vínculos, siempre estaba llorando, y de domingo a lunes vivía horas de mucha soledad y amargura, en un lugar muy lúgubre, entonces la respuesta tenía que ser también afectiva.

En ese momento, las respuestas que había para la problemática del consumo eran del “palo” psicoterapéutico y de los sistemas conductistas. Después las respuestas de experiencias espirituales a cara de perro con la lógica de “deja entrar a Cristo en tu corazón y salí para adelante”. Respuestas también fragmentarias que eran tanto de la Iglesia Católica como de las evangélicas. La matriz es medio la misma en estas tres. Un sistema con un esquema de poder vertical, en el que la gente va siguiendo las fases, con un discurso psicologista en el que nadie te amaba, sino que vos ibas y salías bien así nomás. Ese era nuestro diagnóstico sobre los diferentes métodos. Nosotros veíamos que los pibes y las pibas que teníamos acá fracasaban sistemáticamente en esos sistemas. Nadie estaba pensando la dimensión real del tiempo. Se lo concebía como un período de participación en un dispositivo terapéutico pero no como el tiempo de la vida. Nosotros empezamos a pensar en qué pasaba después de los dispositivos. La respuesta no podía ser “no te juntes más con tu gente”. Eso está mal. ¿Qué estás planteando? ¿Que vivan en una burbuja?

Entonces entendimos que el camino era transformar el entorno, que había que hacer comunidad, generar lazos y vínculos. Para todo eso nos servía mucho hablar de la “Iglesia como familia”. Esa imagen nos desencuadraba de todas esas lógicas de la fragmentación.

PFFM – Esta experiencia en la Villa 21 de Barracas después se fue expandiendo a otros barrios de la ciudad. ¿Cómo fue ese proceso de multiplicación de la experiencia del Hogar de Cristo? 

CO – Nosotros empezamos en el 2006 pero no teníamos dinero así que tuvimos que frenear. Después conseguimos un aporte del Gobierno Vasco que nos bancó dos años. Pero mientras tanto nos organizamos y ya tuvimos la capacidad para firmar convenios y generar otras articulaciones.

Dos años después, en el 2010, empieza una experiencia en la Villa 31. Un compañero del equipo se puso ahí a laburar y la cosa estaba fea. La situación era muy cruda y la estaba sufriendo mucho. El Tano, que en ese entonces era seminarista acá en la villa de Barracas, se va a la Villa 1-11-14 y empieza a replicar el trabajo que hacíamos nosotros. Conseguimos un lugar para el proyecto, una granja, donde empezamos a hacer encuentros. A veces los pibes de los centros necesitaban descolgar y para eso precisábamos un lugar que no diera vueltas para recibirlos. Esa granja nos sirvió como punto de encuentro para hacer reuniones semanales donde empezamos a poner en común y compartir la mirada. Pensábamos, discutíamos. Eran reuniones larguísimas en las que hablábamos de cada pibe. Eso fue decantando en algo más sistematizado. 

En ese tiempo, me llamaron por una auditoría desde el área de adicciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con los que habíamos empezado una articulación. Me cuestionaban nuestra metodología de trabajo y me planteaban que teníamos que hacer algo más parecido a un “hospital de día”. Yo le contesté que si nosotros teníamos buenas respuestas, no teníamos que cambiar nosotros sino ellos su política pública. En ese momento era impresionante. No tenías un solo dispositivo de la Ciudad que anduviera bien. Nuestra experiencia funcionaba pero como no nos acomodábamos a sus papeles nos querían cambiar. Eso derivó en una reunión con la ministra de Desarrollo Social, a quien le presentamos nuestro proyecto y defendimos nuestra mirada. Como resultado de ese diálogo, se promovieron en la ciudad los “Centro Barriales”, que recogían nuestro planteo. A partir de eso, empezamos a meterle ficha a los compañeros de las otras villas porteñas y así se fueron armando centros barriales en Villa Soldati, Constitución y otros tantos.

 

PFFM – La experiencia comenzó en la Ciudad de Buenos Aires pero en poco tiempo empezó a expandirse por todo el país. ¿Cómo fue ese proceso? 

CO – Cuando el Padre Pepe volvió de Santiago del Estero y se instaló en Carcova tuvimos el desafío de sistematizar más el método. Porque Pepe tenía una capacidad enorme para conseguir recursos pero su equipo no estaba tan al tanto de como trabajábamos nosotros, porque no venía participando de las discusiones. 

Justo en ese momento nos convocaron para participar en el Encuentro de la Pastoral Nacional en Córdoba. Allá nos agarramos una amargura terrible porque nos dimos cuenta que había mucha dispersión en los planteos. El encuentro mezclaba todo sin mucho criterio. Por ejemplo, se hablaba sobre “la espiritualidad del adicto”, marcando una diferencia entre el tipo que consume del que no. ¡Se hablaba del adicto como si fuera un marciano! Después estaban quienes cuestionaban cualquier referencia a la psicología y psiquiatría, planteando que en esto “alcanza con Jesucristo”. Por último, la charla central del encuentro fue una disertación académica brillante sobre drogas de diseño. El tema es que eso no tenía nada que ver con la problemática real de los barrios. Yo estoy todo el día en esto y te juro que acá en las villas nunca vi una droga de diseño. Entonces la pregunta era ¿A quién le estamos hablando?

Ahí nos dimos cuenta que teníamos que tomar esa pastoral porque no podía seguir siendo así. Lo promocionamos a Pepe como referencia, que tenía peso propio, y agarramos la conducción de la Pastoral de Adicciones desde donde empezamos a operar una nueva mirada, la cual empezó a prender en otros lugares del país. Fue entonces cuando nos vimos en la obligación de sistematizar el método de abordaje. Para eso pusimos a nuestros tres equipos más experimentados a discutir y esquematizar lo que teníamos en común. De esta reflexión salieron lo que nosotros llamamos el “Documento de la unidad”, que es como la piedra fundamental de la red de Hogares.

A la par de este proceso, nombran al frente de la Secretaría de Políticas integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SEDRONAR) a Juan Carlos Molina, un sacerdote salesiano con bastante experiencia en el tema. En nuestro primer encuentro, le planteamos la necesidad de traducir el formato de los Hogares de Cristo en una política pública. La lógica de las comunidades terapéuticas no nos comprendía y por eso necesitábamos llevar los Centros Barriales a escala nacional. Entonces le dimos forma a lo que hoy se conocen como las Casas de Asistencia y Acompañamiento Comunitario (CAAC). Eso nos permitió ampliar nuestra red y llevar nuestro abordaje a otros lugares del país. 

Acá es importante destacar la capacidad del Estado en comprender el contexto en que se desarrolla nuestro trabajo. Por ejemplo, habilitaron que la rendición de los proyectos se hiciera en función de las acciones desarrolladas y no solo por presentación de facturas. Eso fue clave para nosotros porque gran parte de nuestras acciones se desarrollan en el marco de la economía informal. Por eso insistimos en la necesidad que la rendición se centrar en las acciones. Si nos venían a auditar, que controlaran lo que quisieran, pero las acciones, no los papeles. 

Los CAACs son hoy una referencia en todo el país. Es un programa que fomenta la organización comunitaria desde una óptica integral. Actualmente hay 200 de ellos que integran la Familia Grande de los Hogares de Cristo. Pero no los implementamos solo nosotros sino que fuimos articulando también con las organizaciones sociales, que terminaron siendo nuestros aliados en el territorio. Porque en última instancia, cuando miramos alrededor eran ellos los que estaban. En las villas estaban ellos, nosotros, y algún pastor. 

PFFM – Volviendo un poco sobre el método de los Hogares de Cristo. ¿Cómo lograron multiplicar exponencialmente la cantidad de centros y al mismo tiempo conservar la impronta propia del proyecto?

CO – Cuando vimos que la nueva impronta que impulsamos desde la pastoral de adicciones generó interés en muchas diócesis, empezamos a pensar cómo construir una red de Hogares. Teníamos el desafío de superar las distancias y a la vez generar una mística y una pertenencia. Así fue que armamos una escuela de formación en conjunto con Cáritas Argentina, que fue clave en términos de alcance federal y respaldo al interior del ámbito eclesial. Esta escuela la concebimos con la lógica del trabajo en red. 

Piénsenlo con la lógica de la pandemia. Si nosotros entramos en contacto y tenemos vínculo físico, el virus se transmite. Bueno, de la misma manera se transmite el entusiasmo, la mirada, las prácticas. Sabíamos que necesitábamos estar mucho tiempo juntos porque sino no había vehículo ni capacidad de transmisión. Entonces hicimos una estructura que nos permitiera juntar a la gente que estaba empezando, con instancias virtuales y presenciales. Buscamos financiamiento para hacer encuentros regionales, pasantías y mandar grupos a acompañar los inicios, como en una pequeña misión, comprendiendo que lo que había que hacer era vincular muchísimo a todos. 

La red que nosotros necesitábamos no era una red centralizada donde hubiera uno que dice cómo es la cosa y el resto lo sigue. Necesitábamos lograr que todos se sientan protagonistas y parte importante de la red. Esto mismo lo quisimos traducir en nuestra comunicación institucional, y por eso apostamos por la producción de texto e imagen en todos los lugares donde estuviéramos. 

A su vez, el “Documento de la unidad” lo convertimos en un curso virtual que ya lo hicieron más de 5 mil personas en todo el país. También constituimos equipos de reflexión y producción de conocimiento propio en torno a las dificultades que íbamos encontrando en los distintos lugares. Por ejemplo, si hay un grupo en Córdoba, otro en Río de Gallegos y otro en Lomas de Zamora analizando temas vinculados a la niñez, los juntamos a todos y armamos un grupo de discusión interno para definir desde nuestra experiencia, cuáles son las claves para abordar ese segmento. La idea es que de ese proceso se formule un curso sobre los problemas de las infancias que pueda servir a cualquier miembro de la red. 

Nuestro trabajo fue identificar las preguntas y las búsquedas de distintos lugares del país, y darle lugar a eso en un espacio de coordinación central y con una mística muy fuerte. Hay cuatro o cinco principios que son fundamentales. Son los puntos que repetimos todo el tiempo, los formulamos de mil maneras y son indiscutibles (“la vida como viene”, “somos una familia”, “trabajo es cuerpo a cuerpo”). Si no los compartís estás afuera. Todo lo demás, cualquier búsqueda, idea o inquietud que tengas, dale para adelante. Acá tienen un lugar.

PFFM – ¿Cuándo aparece esa consigna maestra de “la vida como viene”?

CO – Aparece en el inicio. Cuando Bergoglio vino acá a la Villa 21 largó esa frase: “cuerpo a cuerpo, la vida como viene”. Yo no sé qué importancia le habrá dado a esas palabras en ese entonces. La realidad es que las fuimos cargando de sentido nosotros al caminar. Si Bergoglio veía algo especial o lo dijo por decir, no te lo puedo afirmar. Nosotros lo admiramos, lo queremos y todo, pero no sé si tenía conciencia en ese momento de la centralidad que después tuvo esa frase en nuestro trabajo. Además, algunas cosas que él apoyaba en ese momento estaban en las antípodas nuestras. Nos apoyaba a nosotros y apoyaba a otros. Lo que sí sé es que él lo mencionó en la homilía, del jueves Santo de 2008. Y nosotros lo agarramos y lo repetimos hasta el hartazgo, todo el tiempo. Me parece que para armar una red es muy importante que haya algo en común y a la vez un espacio para la diversidad. Si vos tenés una figura muy fuerte o un contenido muy fuerte, y la propuesta es que todos te sigan sin objeciones, me parece que estás cocinado. No te va a seguir nadie. 

PFFM – ¿Fue cambiando la gente con la que trabajan? ¿Se fue diversificando? ¿Qué procesos se dieron?

CO – Al principio nosotros empezamos con una lógica menos integral, más terapéutica, y los equipos eran más de gente que tenía ganas de hacer algo desde un lugar más asistencial. Pero con el tiempo se constituyeron equipos con la vocación de hacerse familia, gente que se sabe igual al que está más roto. Nos fuimos animando a dejar atrás algunos paradigmas teóricos y abrazar otros caminos. El hacernos familia, comunidad, se fue enconando también con una mirada más pastoral, más teológica, más humanista. Y nos fue instalando también a nosotros en una crítica epistemológica de las respuestas científicas.

PFFM – ¿Y la respuesta de los pibes y las pibas del barrio? 

CO – Mirá, con el tiempo las pibas y los pibes se fueron poniendo de pie. Se construyeron vínculos y generamos en los barrios la idea de que este es su lugar, de que acá estamos bien. Al principio se juntaban los domingos a tomar mate y tejer amistades. Nosotros aprovechamos, y nos paramos como misioneros de la solidaridad. Le pedíamos a uno que cuidara a tal en la calle, o que acompañara a este otro al  hospital. Empezamos con esas cosas simples y después se nos fue de las manos. Esa solidaridad empezó a pasar sola en el barrio, y uno se empieza a enterar de un montón de cosas que iban mucho más allá del centro barrial. 

Si tengo que decir hoy qué es el Hogar de Cristo, y… el Hogar de Cristo es la comunidad, no es el Centro Barrial. El Centro es el catalizador del Hogar de Cristo, lo que empuja para que se produzca ese cambio en la comunidad. Hoy en día, nuestros equipos tienen muchos pibes y pibas que estaban hechos pelota. Muchos de los primeros voluntarios o de los primeros equipos se fueron cansando de la lógica asimétrica, porque es muy agotadora. Te desgasta. Entonces, fueron los pibes y las pibas que antes estaban rotos los que empezaron a sostener, a bancar, a abrazar a los que habían arrancado como voluntarios. Se empieza a dar algo de la reciprocidad muy lindo, de los equipos que irradia hacia el resto de la gente.

PFFM – ¿Cuántos centros barriales son en total?

CO – Deben andar cerca de los doscientos. Te digo un número estimativo porque hoy el nombre ya es una bandera que se la toma el que quiera y después va formalizando su pertenencia. Porque el hecho de haber construido este espacio fuerte de comunicación virtual hace que mucha gente que nosotros no conocemos ya está participando, está bebiendo de la fuente. Claro, después terminá encontrándote porque a medida que te vas metiendo en este mundo necesitás más contención. Cuando laburas con los pibes más rotos, con los que todo el mundo descarta, te llenás de problemas. Y cuando te llenás de problemas necesitas quien te acompañe y encontrarte con el que está hace más tiempo que vos en esto para que también te acompañen a vos. Por eso nos parece bueno que los Hogares de Cristo sean como una bandera.

De esos doscientos centros, debe haber 170 formalizados. Pero durante este año y fines del año pasado estuve escuchando un montón que no tenía en el radar. Cuando nosotros construímos la institucionalidad entendimos que la figura que más nos representaba era una federación, donde los centros, a medida que van metiéndose adentro, al corazón de los barrios, y participando más, se van reconociendo como parte de esta identidad, de esta familia grande. Primero se van adhiriendo, después federando.

PFFM – ¿Y se plasmó así como federación?

Charly – Sí, así es la figura. Imagínense por ejemplo que hay un grupo en Río Grande que tiene un problema en la SEDRONAR. ¿Tiene que venir el obispo a defenderlos a Buenos Aires? ¿Y si el obispo piensa distinto o no quiere líos? Nosotros necesitábamos un organismo que nos diera una cierta fuerza para discutir políticas o para poder defender a los que estaban un poquito más flojos.

PFFM – Cooperación y sostenibilidad son dos categorías muy utilizadas en algunos marcos de cooperación internacional. ¿Qué significa la transformación para los Hogares de Cristo desde esa óptica? 

C.O. – El término sustentabilidad es como el manual de conducción política. Nuestras acciones no se pueden sostener si no tenemos un horizonte claro, si no sabemos todas y todos para donde vamos, ni por qué hacemos las cosas o como las hacemos. Hay algo de la construcción del símbolo y sus consecuencias que para nosotros es central. No es posible que se sostengan nuestras acciones si no construimos la unidad de la doctrina. 

En cuanto a la sustentabilidad económica, me parece que si nosotros hacemos las cosas bien obtenemos respuestas que no se pueden lograr desde las instituciones de la fragmentación. Por ejemplo, armamos un hospitalito para los pibes que están con problemas de paco, HIV, tuberculosis. Todas las personas que acompañamos en el hospitalito fracasaron en distintos momentos en el sistema de salud. Y a este lugar, el hospitalito, lo agarra la OMS y dice “este es el modelo para América en la lucha contra la tuberculosis”. A mí me parece que la lógica integral necesariamente viene desde la lógica de la comunidad. No puede venir de arriba, porque desde arriba nos vamos dividiendo por temas, vamos segmentando y fragmentando cada vez más, y porque desde lejos no se puede ver la necesidad puntual ni la respuesta cálida. Entonces, como decía, creo que si hacemos las cosas bien progresivamente vamos a ir obteniendo respuestas integrales y comunitarias. Así como lo conseguimos en los centros barriales, lo vamos a hacer en el hospitalito, lo estamos haciendo en las Casas de la Libertad, para las personas que recuperan su libertad luego de estar en la cárcel y, lo vamos haciendo en un montón de ámbitos porque no hay anticuerpos para eso. Salvo que haya una ofensiva clara de rompernos, algo que entiendo que en algún momento va a pasar porque la fragmentación es un negocio, nosotros vamos a seguir avanzando. Pero hoy por hoy nosotros tenemos un camino que ofrecer y vamos a conseguir los recursos. Conseguimos cosas que no son posibles en otro contexto.

PFFM – ¿Qué ven en su trabajo de propio de la idiosincrasia argentina?

CO – Nosotros necesitamos al Estado y valoramos la comunidad. No somos ni estatistas ni autonomistas. El modelo, Estado presente y comunidad organizada, es bien argentino y lo vamos a exportar a todo el mundo. Eso va como piña.

PFFM – Para ir cerrando, por lo que contás la figura del Papa la tienen muy presente porque inspiró las máximas de los Hogares de Cristo con frases dichas al paso. ¿Cómo ven al Papa Francisco? 

C.O. – Estamos contentisimos con el Papa. A nosotros nos dio un montón de aire. Nos pasó algo particular cuando fuimos hace dos años a un encuentro de adicciones en Roma. Era la tercera vez que íbamos, y a Bergoglio lo vi antes del encuentro. Cada vez que voy me dice “el tiempo es superior al espacio” y ese rollo. Siempre me dice lo mismo (risas). Y el encuentro que fuimos, que organizó el Dicasterio de Desarrollo Humano Integral, era malísimo, pésimo. Se hablaba de todos los temas pero de lo único que no se hablaba era de qué es lo que tiene que hacer la Iglesia con esto. Entonces yo le mandé una carta larguísima al Papa diciendo; “usted me dice a mí que el tiempo es superior al espacio, pero yo quiero decir que esto que organizaron ustedes es un puro espacio, no tiene nada de tiempo, y no se impulsó un sólo proceso”. Le puse de todo, así, a destajo. Y la respuesta fue “sí, la verdad que tenés razón. La tentación de los Dicasterios es hacer una pastoral de eventos, y los eventos están cerrados en el espacio, pero yo voy a tratar de traducirlo a mi manera”. Eso fue para mitad de diciembre. Después el Papa se fue a Panamá, y en la Vigilia de los Jóvenes habló de recibir la vida como viene poniendo el ejemplo de los Hogares de Cristo. Como se ve, nosotros tenemos mucho aire con él. Nos banca mucho. Estamos contentos y tenemos la claridad que el Hogar de Cristo es también una estrategia de transformación eclesial en la clave de Francisco.

PFFM – ¿Dónde está hoy el principal diferencial de los Hogares de Cristo?

CO – Las comunidades están contentas. Tienen alegría, tienen vida. Cuando grupos como los de Cáritas, que están conformados con gente ya muy grande y muchas veces con el espíritu caído, entran en contacto con la Familia Grande de los Hogares de Cristo, es como si se encendiera todo otra vez. Y cuando la alegría se contagia, es muy lindo todo lo que pasa entonces. 

OTRAS EXPERIENCIAS