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Alcira Argumedo

La encíclica Laudato Si del Papa Francisco es un planteo que, más allá de la religiosidad, advierte con una gran sabiduría sobre las dos grandes amenazas que se ciernen sobre el planeta: la crisis social y el peligro medioambiental.

Más allá y más acá del coronavirus, la crisis social ya se venía diseñando. Era evidente que estaba por estallar. En los últimos cuarenta años se produjo un crecimiento exponencial de la centralización y la acumulación de la riqueza, con el correlato de un crecimiento igualmente exponencial del desempleo, la pobreza y la indigencia. Esto ha llegado a situaciones críticas, no solo por el consabido dato de que el 1% de la población concentra el 50% de la riqueza. Tan grave como ello es que el 20% más rico de la población mundial (donde podrían contarse unos 1500 millones de habitantes que son los grupos más concentrados y las clases acomodadas de las sociedades) detentan el 96%, mientras los otros 6500 millones se reparten el 4% de lo que queda, estando 4500 millones en condiciones de pobreza o indigencia. Ese segmento es el que para los grupos dominantes de poder son la población descartable, sobrante, aplicando la retórica del Papa. Para dimensionar estas magnitudes, hay que pensar que 3500 millones de personas son tres veces la población de América, desde Canadá hasta Tierra del Fuego. Estos son los seres humanos que para los grupos de poder son descartables del planeta.

Una economía así es inviable también para los privilegiados, porque el 20% más rico es un mercado excesivamente chico para el salto cualitativo de la productividad con la tecnología de avanzada y con la presencia de China en el mercado mundial. Por eso se estaban viendo vuelcos de Estados Unidos hacia el proteccionismo, por eso la guerra comercial con China, la crisis en Francia, Inglaterra, Italia y por supuesto en América Latina. Esto estaba por estallar ya en crisis en Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Argentina.

Este llamado de atención se conjuga con la problemática del calentamiento global. No solamente el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas, que habla de la necesidad de revertir la utilización de los combustibles fósiles en más de un 50% durante veinte años, sino que además Stephen Hawking, genio de la astrofísica, señaló que si en determinadas décadas el planeta no revierte el calentamiento global está en peligro de entrar en un punto de inflexión, donde un calentamiento acelerado e irreversible puede llevar a 150º la temperatura del planeta. Esto es el fin de la vida en la Tierra. Entonces nos encontramos ante una situación muy crítica donde, reitero, el coronavirus no hizo más que estallar lo que ya era una crisis, profundizándola y agravándola.

¿Por qué se trata de una crisis civilizatoria? Porque en la medida que continúen las mismas tendencias impulsadas por los intereses de determinados grupos dominantes con determinados valores y concepciones hay un riesgo real de la vida sobre la Tierra. Y esto es lo que con mucha sabiduría, y más allá de la religiosidad, plantea Laudato Si.

 

LA ROBOTIZACIÓN DEL CAPITAL Y EL DESTINO DEL TRABAJO ASALARIADO

El problema del futuro del trabajo y el desempleo estructural se vincula al desarrollo de la tecnología de avanzada y al proceso de robotización de la producción. Hay que tener en cuenta dos cosas. Primero, que la incorporación de la robótica no desplaza personas sino de tiempo de trabajo humano. Se calcula que este desplazamiento ronda el 75%. Pero haciendo el cálculo sobre la base de un 50%, para que sea más claro, supone que si en los años setenta el producto A te llevaba 80 horas hombre o diez personas trabajando ocho horas, ahora llevaría cuarenta. Entonces tenés dos opciones. O te quedás con cinco trabajando ocho horas y cinco quedan afuera, precarizados, o te quedas con diez trabajando cuatro horas y obtenés otro modelo de sociedad. Esta última no es delirante. Hay que tener en cuenta que durante los llamados 30 años de oro, entre finales de la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo de los 70`, la jornada laboral bajó en un 45%, casi a la mitad. De las 72 horas semanales de principios de siglo XX (seis días de trabajo, doce horas laborables) pasamos a las 40 semanales, con cinco días de ocho horas. Y nunca hubo un crecimiento más alto y sostenido de la economía y mejores niveles de bienestar social que en ese tiempo.

La robotización sigue avanzando, y los robots serán fantásticos como obreros: trabajan las veinticuatro horas, su eficiencia es perfecta, no duermen, no hacen huelga. Pero tienen un solo problema y es que no compran nada. ¿A quién le van a vender lo que producen los grandes robots? Esta fue la encrucijada que se empezaron a encontrar. La tendencia general pareciera ser la tesis final de El Capital de Marx: la automatización casi total del capital obliga a pensar procesos de distribución de la riqueza que no dependan directamente del trabajo. El trabajo requerido va a ser mínimo.

Acá no podés tomar una actitud ludista y romper las máquinas y la tecnología. El desafío es como redistribuir la riqueza, lo que me parece la clave de este pensamiento. Esa lógica no puede funcionar con los niveles de acumulación de riqueza que se dan actualmente. No funciona ni para los privilegiados. Cuando Franklin Roosevelt lanza el New Deal suponía no solo el reconocimiento de los derechos sociales o un aumento de los salarios reales, sino además la disminución en gran escala de la jornada laboral. En su momento fue abalado por grandes empresarios como Henry Ford, que no era precisamente una buena persona. Pero tampoco era tonto, y sabía que su negocio dependía de que los obreros tengan los ingresos suficientes como para comprar los autos que producen.

El problema de estos momentos también es civilizatorio. ¿Cuáles son las nuevas formas de trabajo humano creativo que no están vinculadas necesariamente al cobro de un salario? Estamos en una transición. La automatización casi total de los sistemas de distribución de la riqueza vigentes no son viables. Tienden a generar una población sobrante absolutamente descartable para los sectores más concentrados.

Como no hay suficiente demanda, muchos capitales van a la especulación financiera que deja esas ganancias espurias de la financiarización, desprendiéndose del esquema productivo. Por eso estamos ante las puertas de una nueva crisis como la de 1930. Creo que se viene un gran debate sobre la redistribución del trabajo social en términos de una baja a gran escala de la jornada laboral manteniendo altos salarios reales. Es lo único que puede funcionar, aún para los privilegiados. Pero al mismo tiempo, hay que ir pensando nuevas formas de actividades sociales creativas que no estén directamente vinculadas con el trabajo productivo histórico, pero que permitan una redistribución del ingreso.

 

EL MUNDO POSTPANDEMIA: UN MAPEO GEOPOLÍTICO

Desde Kissinger hasta Chomsky, se ha dicho que luego de la pandemia el mundo no será igual, al menos en occidente. Durante la crisis de 1930 se plantearon dos opciones: el New Deal de Roosevelt y la salida a través de la industria de guerra y el genocidio, que fue Hitler. Hoy en día uno encuentra el caso de Trump, que junto a Steve Bannon están intentando articular un gran eje con la ultraderecha, y por otro lado, la tendencia del Green New Deal, sectores de Estados Unidos y Europa que convocan a sus iguales de América Latina y África pensando que es necesario aunar fuerzas desde miradas propias, con la idea de buscar modelos económicos sociales con equidad social (esto era el New Deal) a lo que se agrega el gran desafío de revertir las consecuencias del calentamiento global. Los dos principales factores del calentamiento son la desforestación y la utilización de combustibles fósiles. Estamos frente a la necesidad de una transición energética que va a tener que cambiar las fuentes de energía en todo el sistema automotriz y fabril a través de energía solar, eólica, y alternativas. Green para la respuesta a la crisis ambiental, New Deal para la respuesta a la crisis social.

La situación es grave porque Estados Unidos sale de esta crisis muy debilitado en su disputa hegemónica con China. En términos tecnológicos, China lleva la delantera en inteligencia artificial y tecnologías 5G. Además, tiene un arma mortal: controla el 90% del mercado mundial de tierras raras. Tierras raras se llama a los 17 elementos metales o químicos imprescindibles para la producción de tecnologías de avanzada (computadoras, teléfonos inteligentes), pero también misiles e instrumental militar. Estados Unidos importa el 80% de sus necesidades de tierras raras desde China. Si China llegase a cortar la exportación, entra en una crisis catastrófica.

También hay un retroceso a nivel político. Los norteamericanos fueron desplazados de todos los países menores de Asia y Medio Oriente (perdieron todas las guerras del eje del mal: Afganistán, Pakistán, Siria, incluso Irak). Esto no quita que hubo una destrucción brutal. UNICEF planteó que hay 250 millones de chicos menores de 18 años que están creciendo en condiciones de guerra. Se supone que el 20% va a tener secuelas psicológicas graves, locura de guerra, como consecuencias del terror, la muerte de sus seres queridos y la destrucción de su mundo.

En términos económicos también hay una gran disparidad. Estados Unidos importa de China por US$550 mil millones y exporta por 150 mil. En el acuerdo sobre la supuesta competencia entre Arabia Saudita y Rusia donde se bajó el barril de petróleo a cerca de 25/30 dólares, lo que hicieron fue desplazar a Estados Unidos del mercado mundial del petróleo. Uno de los factores de poder de los Estados Unidos era la autosuficiencia energética, pero esto lo han conseguido a través del fracking. Un pozo de petróleo tradicional se perfora y lo tenés vigente treinta años. Los pozos del fracking se perforan y a los seis años ya no sirven, tenés que hacer un pozo más. Por eso, en términos económicos, políticos, y tecnológicos, salen muy debilitado de la crisis. El problema es si quedan como un animal herido que elige replegarse sobre América Latina como retaguardia estratégica. Esto lo hace muy peligroso.

Todo el panorama internacional debemos tenerlo en cuenta, y creo que, como siempre, hay que reivindicar una tercera posición. No vaya a ser que por sacarnos de encima a los norteamericanos caigamos en manos de los chinos. ¡De España pasamos a Inglaterra, de Inglaterra a los Estados Unidos! Con China hay que tener buenas relaciones pero creo que eso debemos tenerlo muy claro. Hay un momento de transición muy profunda y el cambio en las relaciones de poder tiene una gran posibilidad pero también una gran peligrosidad.

 

LOS DESAFÍOS DEL NUEVO MUNDO Y LAS ESTRATEGIAS LOCALES

En Argentina, una de las grandes ventajas que tenemos es la articulación de organizaciones sociales frente a una crisis brutal de cuatro décadas. Desde la dictadura hasta ahora, la pobreza en Argentina creció del 6% al 40%, el desempleo pasó de 6 puntos a 20, y de un 90% de trabajadores en blanco y con derechos sociales quedó solo un 56%, estando el resto precarizado. Hay una gran heterogeneidad social, pero la capacidad de reconstitución del tejido social que han demostrado estas organizaciones sociales es un punto a favor que permite pensar nuevas formas productivas y de organización según eso que se llama economía popular, o nuevas formas productivas a través de cooperativas, con las compras del Estado y el apoyo técnico necesario para potenciar la calidad de esas economías populares.

Pero para esa reconfiguración es imprescindible que Argentina cierre las venas abiertas de saqueos de recursos que tiene hace mucho tiempo. Tiene que haber un control estatal del sistema financiero, porque así no vas a terminar nunca con estos endeudamientos fraudulentos e irracionales, y tiene que existir un control riguroso del comercio exterior.

Hay un ejemplo concreto que siempre menciono. Minera La Alumbrera, bajo declaración jurada, dice que exporta tres tipos de metales. Como no hay control alguno se supone que vos, desde el Estado, le crees a su declaración jurada. Dos geólogos de la Universidad de Tucumán analizaron el barro de exportación y detectaron que, aunque declaraban tres metales, exportaban en realidad treinta. Casi un 90% va de contrabando. El valor estimado de ese contrabando era alrededor de 4500 y 5000 millones de dólares al año. Calculando que la Barrick Gold y otras mineras no son más honestas que Minera La Alumbrera, tenés solamente entre 10 mil y 12 mil millones de dólares con solo controlar lo que declaran las empresas mineras, sin desconocer que las grandes cerealeras y petroleras tampoco son más honestas.

Si no cerrás esos núcleos de saqueos de la Argentina no hay modelo de país viable. El único modelo exitoso de América Latina en el siglo XXI fue la Bolivia de Evo Morales, que hizo un control estatal de la energía y los recursos estratégicos, y fue el único que tuvo un crecimiento anual del 4% durante catorce años a pesar de la crisis del 2008, sacó de la pobreza un 30% de la población y fue el único que no tuvo crisis en la primera década del siglo XXI. Otro modelo exitoso, a pesar del carácter despótico de su sistema político, es el chino. China tiene control estatal de las finanzas, la energía, el comercio exterior y de determinadas áreas fundamentales como la militar. Pero fundamentalmente, tienen universidades y sistemas públicos de alta calidad. El recurso estratégico por excelencia de la revolución científico-técnica es el conocimiento, y una de las fuentes del conocimiento es un sistema público de educación primaria y secundaria de calidad para el conjunto de la población, universidades, sistemas científicos tecnológicos y el aprendizaje que se da en la práctica laboral.

En los últimos cuarenta años Argentina destruyó su sistema nacional de ferrocarriles, su flota mercante y fluvial, y un sistema público de educación que había dado dos Premios Nobel en Ciencias y un Premio Nobel de la Paz. Es evidente la necesidad de reformular el modelo de país, y lo curioso es que esto no requiere de grandes transformaciones. Pero lo que sí es imprescindible es garantizar el control de las finanzas, el comercio exterior y los recursos estratégicos. El desafío es reorientar la producción en función de las amenazas a la contaminación que suponen los transgénicos con utilización de glifosato y la mega minería a cielo abierto.

En 2017, la FAO entregó cincuenta premios internacionales a experiencias agrícolas, entre ellas una en el interior de la provincia de Buenos Aires que demostró como el maíz orgánico puede rendir solo 6% menos que el transgénico con un costo 73% inferior  y dando un 50% más de ganancia. Esto quiere decir que Monsanto no solamente incrementa de manera brutal el costo de la producción, sino que además contamina. Más allá de la demanda china de soja, existe una gran demanda de la producción de alimentos orgánicos que no sean con glifosato.

Hay que repensar nuevas formas de agroecología, porque el glifosato está generando daños irrecuperables. En el Hospital Italiano, la mitad de los chicos con cáncer son de Entre Ríos, que es una de las provincias más ferozmente golpeadas por el glifosato. Y ante esto hay que reaccionar. No podés pensar que el dios dinero del glifosato es más importante que chicos que nacen con malformaciones o cáncer.  

Seriamente, no son tan grandes los cambios que hay que hacer. Frenar el saqueo es lo clave. En estos cuarenta años, más allá de los intentos por revertir la situación de los gobiernos populares del siglo XXI, Argentina tuvo un proceso de destrucción social y económica que no conoció ningún otro país que no tuviera una guerra en su territorio. Se pagaron 550 mil millones de dólares en concepto de deuda externa, se perdieron 420 mil millones de dólares más por la privatización de YPF y el gas del estado, y 220 mil millones de dólares más por la destrucción de la flota mercante y fluvial. También se destruyó el sistema ferroviario. Esto fue realmente un saqueo. Hay que crear una industria pública ferroviaria, porque genera decenas de miles de puestos de trabajo en la industria central, en las industrias proveedoras, en el servicio de ferrocarriles, en la dinamización de los pueblos fantasmas y en la dinamización de las economías regionales. Además, te crea puestos de trabajo en los lugares donde pase el tren. Es una locura que en momentos donde debemos hacer una transición energética más del 90% del transporte de personas y mercancías sea por automotores. La ferroviaria es una industria multiplicadora. Otra es la industria naval. Hay que recomponer los Astilleros Río Santiago y otros astilleros. Es una locura que no tengamos flota mercante. Hay que controlar el comercio exterior. Los puertos terminan en concesiones. Este año termina la concesión de la hidrovía. Son tres dólares por tonelada que cobra para el concesionario, cuando por ahí sale el 80% de las exportaciones de la Argentina. Basta de un Estado bobo y de ganancias extraordinarias para determinados sectores. Creo que vale la pena que discutamos esto a fondo.

 

UN MODELO SOCIAL A ESCALA DEL PUEBLO

Primero pensemos un proyecto, después le ponemos el nombre. Si no,  empiezan con las acusaciones y los insultos políticos como “populismo”. La composición del pueblo hoy es mucho más heterogéna. Antes tenías la columna vertebral que era la clase trabajadora, pero la clase estaba absolutamente integrada por su inserción en el proceso productivo. Con la atomización y la precarización laboral a esa columna la partieron por la mitad. Creo que precisamente lo bueno de las organizaciones sociales es que con la economía popular lograron rearticular esa parte segmentada de “la columna vertebral”, como se considera en la tradición argentina al movimiento obrero organizado. ¿Cuáles son esos sectores? Está claro que la clase trabajadora tradicional no. Pero hay una posibilidad de confluencia de sectores, medios, bajos, universitarios, para alcanzar un proceso de integración que fue lo que el neoliberalismo y la dictadura militar intentaron romper: el igualitarismo y la fluidez de la relación entre los sectores sociales y las posibilidades de ascenso social.

Se van a redefinir formas de trabajo, porque efectivamente la automatización de la producción va a continuar avanzando, no la podés frenar al estilo ludista rompiendo máquinas. La problemática no es tanto la incorporación de tecnologías, sino la redefinición social de la redistribución de la riqueza que eso genera y cuáles son las nuevas actividades sociales creativas que permiten una realización personal y social bajo nuevas formas que no son el trabajo asalariado. Parece muy lejano, pero no lo está tanto. La tecnología de quinta generación ya es una automatización casi total, porque tenés capacidad de direccionalidad a control remoto, y desde su casa un cirujano puede realizar una operación de cerebro de alta precisión a dos kilómetros de distancia. Es un salto cualitativo lo de la inteligencia artificial. Esto obliga a repensar formas sociales, porque no hay otro camino que la redistribución de la riqueza social. La otra opción es realmente un genocidio. Y para conservarse este modelo necesita matar 4500 millones de personas, principalmente a los jóvenes, que son los que acosan las fronteras y se van a resistir a la suerte de perecer sin luchar. Ni hablar a los ancianitos. Christine Lagarde ya ha planteado que los ancianos viven demasiado y eso pone en riesgo la economía mundial. Esa es la visión que tienen del mundo. Por eso es altamente peligroso, y hay un gran debate cultural que se va a ir armando.

Esta propuesta de buscar una confluencia de los distintos movimientos, desde su especificidad, como forma de frenar el eventual avance de las ultraderechas es el gran desafío ante el cual nos encontramos. Esto sin perder la individualidad y la autonomía de cada uno de los sectores. Es civilizatoria en serio la cosa.

 

DE ESTE LADO DE LA GRIETA, LÍMITES Y OBSTÁCULOS

Mi mayor temor, y al mismo tiempo lo que considero es la mayor exigencia,  es que no veo que haya un debate, un análisis profundo y un diagnóstico riguroso sobre cuál es el mundo donde estamos parados, como parte de un pensamiento colectivo. Esta tarea  de pensamiento es fundamental, y no vale solamente para los tecnócratas o para los economistas elegidos. Es un gran debate que requiere la participación de las mismas bases que han tenido la capacidad creativa, con sus saberes sociales, técnicos, e intelectuales, de organizarse a través de la solidaridad.

Creo que esta es la principal falencia. El mundo de hoy requiere la rigurosidad de un debate, un intercambio de ideas muy serio. Hay un predominio del análisis de la política coyuntural, lo cual es una trampa. Perón decía que analizar la política coyuntural sin considerar el contexto internacional era hacer política parroquial. Y la política parroquial es lo más peligroso en cortísimo plazo. El actual gobierno se encontró en el poder con dos paquetes explosivos: la crisis que arrastrábamos y la pandemia. Pero creo que es la sociedad civil la que tiene que debatir, intercambiar información y trabajos para saber hacia dónde vamos.  Las antenas muy encendidas y una capacidad de recuperación del pensamiento colectivo sin elitismos y necedades de ese tipo. Esa es la gran tarea que tenemos.

 LAS FUENTES DE UN PENSAMIENTO

¿Pero desde dónde está mirando Francisco el panorama para expresar sus planteos? Podemos rastrear antecedentes en Evangeli Gaudium. Ahí se dice que la problemática de la pobreza y la respuesta desde un humanismo radical, esto es, considerar integralmente humano a todos los seres humanos, nos llevaría a criticar los pilares de la cultura occidental dominante que tiene la soberbia de pensarse la cultura universal por excelencia, bajo la antigua polarización de civilización y barbarie que postula seres humanos superiores y seres humanos bárbaros, inferiores.

Esta es una de las formas más groseras del pensamiento, y sin embargo ha penetrado en las concepciones de la filosofía y las ciencias sociales de origen occidental con una fuerza impresionante. Uno puede leer a Aristóteles, y si bien sus aportes al pensamiento no los vamos a discutir, vemos que fundamenta que haya seres humanos que nacen para ser hombres libres y seres humanos esclavos por naturaleza. Y uno podría agregar: “bueno, es el siglo IV antes de cristo, hay que entender las circunstancias”. Pero vayamos a los modernos. Por ejemplo Kant. Y Kant hizo unos aportes fantásticos: los imperativos categóricos, el noúmeno, etcétera. Pero al mismo tiempo, en su libro Lo bello y lo sublime, plantea que la raza de los americanos es inferior a la europea, y seguramente por el clima no han podido desarrollarse y son de una inutilidad tan grande que están destinados a desaparecer. Después vino Hegel y lo mismo, fantástico el desarrollo del Espíritu Universal, pero en su sistema teórico llega el turno de hablar sobre América y dice que los pueblos americanos son seres inferiores, incapacitados para desarrollar o administrar una cultura, y van a ser desplazados y desaparecidos por la muy superior cultura europea. Además agrega que el desarrollo del Espíritu Universal no brinda su atención a los indignos, y los indignos son los pueblos africanos y los pueblos americanos.

Finalmente apareció Marx. ¡Marx! ¡El pensamiento más revolucionario de Europa! ¡El que plantea sociedades sin explotadores ni explotados! ¡La reivindicación del proletariado! Pero cuando se trata de ver el mundo más allá de Europa también cae, con toda la buena voluntad que tiene. En la confrontación entre Estados Unidos y México apoya a Estados Unidos porque será capaz de desarrollar el capitalismo industrial. Fundamenta la dominación inglesa en la India porque Inglaterra destruirá los anacrónicos sistemas productivos imponiendo el capitalismo, entonces crecerá el proletariado y ahí será la revolución. O mismo cuando habla de China, plantea que los bajos precios de las mercancías van a derrumbar las murallas erigidas por los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. ¡Esto es Marx! El pensamiento más revolucionario y brillante en una cantidad de aspectos.

Ahora bien, si se piensa el mundo desde los “bárbaros”, desde esa raza americana supuestamente destinada a desaparecer, desde los indígenas, negros, blancos pobres, etcétera, las cosas toman otra perspectiva. Esto nos lleva a la problemática de la epistemología del sur. La epistemología es el lugar desde el cual se concibe el mundo, la historia, la política, el pensamiento. En América Latina, durante la primera etapa de la independencia y sin relaciones entre ellos (salvo entre Alexandre Pétion y Simon Bolivar), encontramos los mismos planteos: eliminación de la esclavitud y la servidumbre indígena y reconocimiento como ciudadanos plenos de estas castas llamadas inferiores. Es lo que plantea San Martín diciendo que sus tropas son esos sectores populares que han dado la garantía de la libertad a América y por lo tanto merecen su propia libertad. También lo postula Artigas hablando de democracia integral con la eliminación de la esclavitud y la servidumbre y la redistribución de la tierra entre los integrantes de los sectores populares, lo que implica no únicamente el hecho económico de solucionar los problemas de subsistencia, sino el reconocimiento de la dignidad y el carácter integralmente humano de todos los seres humanos. Y cuando decimos de todos los seres humanos, en especial de los más golpeados entre los golpeados.

Creo que esta fue la actitud de Francisco cuando en una de sus primeras acciones fue a Lampedusa a defender a los inmigrantes, que son absolutamente despreciados por algunos sectores en Europa. En ese sentido, yo creo que estas son las bases de un pensamiento y una mirada que supone un humanismo radical. Es la mirada más integradora en la medida que un humanismo radical supone la necesidad de reivindicar la dignidad de todos y cada uno de los seres humanos en este mundo. Por eso creo que es el pensamiento más avanzado, y mucho más avanzado que parte de la filosofía y las ciencias sociales.

Podemos ver otro ejemplo con Max Weber. Él dice que hay pueblos acreedores y pueblos deudores. Los pueblos europeos son acreedores porque le llevaron a otros pueblos la civilización y ahora están en deuda con ellos, lo que justifica que paguen tributos a los pueblos civilizados para que tengan buenos estándares de vida sus propios proletarios. Este tipo de elementos, vistos con tanta naturalidad, es lo que se cuestiona desde las tradiciones populares latinoamericanas. Y ahí creo que hay dos elementos que tienen que ver con el carácter de la evangelización, un sustrato previo a esta idea de humanismo radical.

La evangelización no se pudo hacer sólo con la cruz y la espada. Nadie incorpora creencias religiosas, ni mucho menos estas perduran a lo largo de generaciones, si te pegaron unos golpes para que la aceptes. La clave de la evangelización creo que vino por el lado de las órdenes religiosas, principalmente franciscanos, dominicos, jesuitas y del bajo clero. Pero con un elemento fundamental, que fue la reivindicación del cristianismo primitivo, la reivindicación del cristo pobre y del hecho de que hombres pobres habían creado la Iglesia y era necesario volver a reivindicar la dignidad y el potencial de la pobreza. Este respeto por la dignidad de todos y cada uno fue lo que permitió que se entablara un diálogo en el proceso de evangelización (aunque por supuesto hubo experiencias condenables) donde se conjugaron dos factores. El primero fue que la apertura del diálogo permitió que muchas de las virtudes de los dioses indígenas fueran identificadas con las virtudes de la Virgen, Cristo, y sobre todo los santos que traía el cristianismo. Se fue dando una síntesis o sincretismo muy peculiar del cual la imagen más simbólica creo que es la Virgen de Guadalupe. Además de ser una mujer morena, tiene todas las virtudes de la diosa Tonantzin de los Aztecas. Esto pasó a ser un símbolo de la posibilidad de reivindicación de la dignidad del conjunto de los seres humanos. Hidalgo y Morelos tenían como insignia fundamental la Virgen de Guadalupe, y no era casual que a su vez uno era obispo y el otro había sido sacerdote. Estos fueron elementos que en el campo religioso permitieron este sincretismo

Desde lo cultural, encontramos además que las culturas precolombinas, más allá de que fueran estratificadas como aztecas e incas, o igualitaristas como los guaraníes, eran sociedades de amparo. En las lenguas precolombinas no existía la palabra pobre. No concebían la posibilidad de que determinados sectores de sus sociedades no tuvieran cubiertas las necesidades materiales y espirituales dentro de determinados patrones de cultura. Y este elemento se relaciona fácilmente con el igualitarismo del cristianismo primitivo. Ese cristianismo también fue una religión con valores fuertemente comunitarios. En general, las culturas indígenas tenían valores de cooperación, de solidaridad, de reciprocidad (sin desconocer una cantidad de betas que como toda sociedad, porta aspectos oscuros). Esta conjunción fue la que permitió, dentro del drama brutal de la conquista, que se fuera gestando una fuerte densidad cultural que muchas veces en Argentina tiende a desconocerse.

Según la historia oficial pareciera que la Argentina comienza con el desembarco de Solís. Se ignoran los 9500 años anteriores de presencia de culturas que tienen su marca, por ejemplo, en la cueva de las manos ubicada en la patagonia austral. Si no se pone en valor esto, estamos ignorando 9500 años de acumulación de saberes, de concepciones del mundo, de formas de organización social, que conforman una masa cultural o raíces ancestrales que tienden a reaparecer, con formas específicas en los sectores populares. Y este creo que fue uno de los elementos que están presentes en la raíces del humanismo radical.

El otro factor es que, a diferencia de la ciencia y la cultura occidental que considera la naturaleza como algo exterior a los seres humanos que debe conocerse para dominarla y explotarla, en las culturas originarias los seres humanos pertenecen a la naturaleza y son necesarias relaciones armónicas y no depredadoras con ella. Esto fue un signo de la mayoría de las culturas precolombinas. En el caso de los guaraníes, el cazador no se podía quedar con las presas sino que tenía que dárselas a otras personas, y así sucesivamente, de manera tal que no existiera la tentación de incrementar la caza innecesariamente.

Este creo que es el segundo factor que está jugando en el tema de la defensa de la naturaleza, la Pachamama, la Madre Tierra. Cuando Chomsky dice que los grandes peligros de la humanidad son el calentamiento global y la guerra nuclear, señala que en las más diversas partes del mundo la conciencia más lúcida sobre la necesidad de cuidar la naturaleza se da entre las poblaciones indígenas. 

En Francisco hay un elemento central (y que no aparece siendo Papa sino que viene de la tradición de su pensamiento), que se expresa en su planteo respecto a quienes son los sujetos de la historia. La filosofía de Kant o de Weber han dicho que el sujeto de la historia son los individuos; Marx habla de la clase social y el proletariado, mientras que Hegel le da ese papel al Estado como una síntesis superior de la sociedad. Pero para Francisco, para la Teología del Pueblo y para la epistemología de América Latina, el sujeto de la historia es el pueblo. Una noción de pueblo que abarca la heterogénea composición del conjunto de factores que confluyen en la defensa de la autonomía, de la justicia, de la libertad, de la equidad. Es un mismo concepto que se da en otros países del tercer mundo.

Mao Tse Tung se reivindica como marxista, pero todo su desarrollo habla de las contradicciones en el seno del pueblo, y de la contradicción principal pueblo/imperio. Muchos marxismos y otros pensamientos de la periferia plantean esta crítica al concepto de la cultura occidental dominante, que es precisamente lo que puede plantear Fanon en Los condenados de la Tierra. Fanon dice que Marx supone una conciencia enajenada del proletariado, pero en los países coloniales se percibe la explotación por el mero color de la piel. No hay conciencia enajenada. Esto quedó claro en el período de revolución del Tercer Mundo que se inició al fin de la Segunda Guerra Mundial y perduró hasta los años setenta. Esas revoluciones implicaron al 80% de la población mundial. En Asia, África y América Latina, hasta entonces bajo dominación colonial, tuvieron lugar procesos de liberación nacional, descolonización, revoluciones y gobiernos populares que plantearon una reivindicación muy similar a lo que fue el pensamiento latinoamericana.

Cheikh Anta Diop, intelectual senegalés, es un ejemplo fantástico. Él realizo cuatro tesis en La Sorbona, porque Francia llevaba algunos colonos jóvenes a que se formaran allí para tener élites simpatizantes de ellos ante eventualidades de descolonización. Cheikh Anta Dioph hace tres doctorados, uno en física atómica, otro en biología y otro en historia. En el cuarto, que era en egiptología, prueba que la cultura del Alto Egipto (3500 años a.c) era negra. Es decir, la cultura egipcia, que es la madre de la cultura griega, que a su vez es la madre de la cultura occidental, era negra. Por supuesto que lo reprobaron, era demasiado. Tardó diez años en demostrar que la cultura más importante de la antigüedad era negra. Y sin embargo, esta no es la visión de las etnias negras que tiene la cultura “universal” europea. Otro ejemplo es cuando se dice desde el sentido común que la primera universidad de la historia es la de Bolonga. Es falso, porque la primera universidad es la de Tomboktú, del Imperio de Mali, donde los doctores negros ya hacían operaciones y cesáreas con anestesia en el siglo XIII. La anestesia entró en occidente recién en el siglo XIX. Pero todavía persiste el racismo y la convicción de que los negros son seres humanos inferiores.

Esta es la problemática y la reivindicación que plantea la visión latinoamericana, donde también hay que hacer una evaluación. Así como la cultura negra estaba más adelantada que las universidades occidentales en medicina y otras áreas a pesar del racismo, ocurrió lo mismo con las culturas americanas. Los Mayas ya en el Siglo XV a.C tenían una concepción del universo donde el centro era el sol y la tierra un satélite que giraba a su alrededor. Habían hecho la revolución copernicana 1500 años antes de cristo. En el siglo XIII los Incas hacían operaciones de cerebro para sacar los coágulos encefálicos. No solamente hubo un desprecio a estos seres humanos, sino también un profundo desconocimiento.

El desafío es potenciar esa mirada del mundo, y creo que Francisco la ha enriquecido con una lucidez especial. Es una de las cabezas políticas más lúcidas en estos momentos frente a la magnitud de la crisis. Nuestra tarea es potenciar las alternativas mirando desde las epistemologías del sur y pensando en sociedades que puedan reconocer la justicia y el carácter integralmente humano de todos los seres humanos. Es algo que está en duda y ese es el gran peligro.

Por otro lado, y como dato colorido, me consta que la categoría “pueblo” es parte de la tradición del pensamiento de Francisco desde hace muchos años, porque con él nos conocemos desde jóvenes. Cuando yo tenía 30 y el 34 intercambiábamos mucho. Algunos seminaristas del seminario de Devoto, con Juan Carlos Scannone a la cabeza, estaban elaborando una nueva pastoral social y buscando las raíces en América Latina mientras nosotros, en las cátedras nacionales, buscábamos eso mismo. Había entonces mucha coordinación. Se dio un debate en la Teología de la Liberación donde había dos vertientes: la que pensaba que la pastoral debía incorporar el marxismo, y la Teología del Pueblo, la más cercana a nosotros, que decía “no, hay que crear categorías propias para entender la especificidad de América Latina”, y sobretodo esta idea de que no es la clase el sujeto político de la historia sino el pueblo. Por eso puedo certificar que que desde jóven la problemática ya estaba en su cabeza.

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